30 de abril de 2008

Extraña balanza


Por encerrar y violar a su hija durante más de 20 años le pueden caer 15 años.
Por encerrar desde que nacieron a tres de sus hijos supongo que nada.
Por incinerar a un bebe muerto a los tres días de nacer cadena perpetua.
Es una extraña forma de entender la justicia, el dolor y el horror.

Y lo más extraño son esos dibujos infantiles que aparecen por la casa. Atisbos de humanidad en un infierno que parece pertenecer más al mundo animal.

28 de abril de 2008

Insostenibilidad absoluta


















Una vez más me quedo sin palabras.
Me preocupa pensar que la asignatura de Historia quizás no tenga sentido alguno. Repetimos y repetimos incluso lo sufrido en carne propia.

El artículo de Maruja Torres fue publicado en "El País" en enero de este año, pero sirve para cada semana del año.




Ojo

Súbditos del Imperio: hay que andarse con ojo a la hora de encandilarse con un candidato a presidente norteamericano. El hecho de que George W. Bush haya colocado tan subterráneo el listón no debe empujarnos a aceptar al primero que sepa leer una galleta sin colocarla del revés ni comerse un libro sin atragantarse. Hillary u Obama, por el bando democrático -del otro no tengo ni ganas de hablar-, pueden resultar más presentables, pero ninguno de ellos va a poder lidiar seriamente con el terrorismo internacional mientras el Gobierno de Estados Unidos, sea el que sea, no le plante cara al lobby judío ni al Gobierno de Israel. En cierta manera, el lobby e Israel son a los políticos estadounidenses lo que Lina Morgan y Paco Martínez Soria a Televisión Española, vía Cine de barrio. No importa quién gobierne: con ellos no se atreve nadie. Si algo hay cierto bajo el agujero de ozono es que nunca en sábado tarde TVE programará películas de Luis Buñuel; y nunca un gobernante USA, por legal que nos parezca, le exigirá a su homólogo israelí que su país deje de violar las leyes internacionales.

Gaza se muere, Afganistán está que ni lo toques, Pakistán mejor que ni lo mires, Irak rompe el alma verlo, como metan el pie en Irán van a saltar los alacranes, en Líbano todos tiran de una cuerda rota y a sus espaldas se abren los abismos... ¿Qué es lo que se puede arreglar? Israel. Bastaría con retirarles los créditos millonarios, ponerles sanciones serias -al fin y al cabo, tienen la atómica sin permiso; y son un país ocupante-, expulsarlos de la ONU, ya que no respetan sus resoluciones, cerrar las embajadas en Tel Aviv, vetarles en Eurovisión y en la Eurocopa, y llamarles cantamañanas cada vez que recurran al victimismo.

¿Alguien lleva ese punto en su programa? Que no nos ciegue el cambio, súbditos del Imperio. Alerta.

Maruja Torres

17 de abril de 2008

Psychedelic Furs, Heaven

Al fin un poco de lluvia sobre nuestras cabezas!

10 de abril de 2008

Miedo y atavismo


Aquí debería ir un texto mío sobre lo atávico del miedo, pero siguiendo con mi lectura del libro sobre el sha de Kapuscinski, he encontrado este magnífico fragmento y como yo no lo hubiera hecho mejor, ahí va.





El miedo: un depredador cruel y voraz que vive dentro de nosotros. Nunca permite que lo olvidemos. Continuamente nos paraliza y nos tortura. No cesa de exigir alimento, siempre debemos saciar su hambre. Nosotros mismos nos cuidamos de que coma sólo de lo mejor. Sus platos favoritos se componen de chismes siniestros, de malas noticias, de pensamientos aterradores y de imágenes de pesadilla. De entre un millón de chismes, noticias y pensamientos siempre elegimos los peores, es decir, aquellos que más le gustan. Los más adecuados para saciarlo, para satisfacer al monstruo. Vemos aquí a un hombre que, con la cara pálida y gestos de inquietud, escucha lo que le cuenta otro. ¿Qué pasa? Que está alimentando su miedo. ¿Y si no tenemos alimento alguno? Febrilmente lo inventamos. ¿Y si no podemos inventarlo (cosa que ocurre en contadas ocasiones)? Corremos a buscarlo entre otros; preguntamos a la gente, escuchamos y coleccionamos noticias hasta que por fin, conseguimos saciar nuestro miedo.

Ryszard Kapuscinski, El sha o la desmesura del poder.

3 de abril de 2008

Miedo y sometimiento


Empezó todo aquella noche de primavera en que nos atacaron al salir de la reunión. Desde entonces he tenido miedo, mucho miedo. Este miedo solía adueñarse de mí en los momentos más inesperados, siempre me agarraba desprevenido. Me daba vergüenza, pero no conseguía quitármelo de encima. Me sentía cada vez más incómodo. Comprobaba con horror que al llevar el miedo dentro, a pesar mío, formaba yo parte del sistema que en él se basaba. En efecto, de una manera muy especial se había establecido entre el dictador y yo como una suerte de alianza, terrorífica pero estable, una especie de simbiosis patológica. Por culpa de mi miedo me había convertido en uno de los pilares del sistema que tanto odiaba. El sha podía contar conmigo, es decir, contaba con mi miedo, con que éste no me iba a fallar y, por consiguiente, con que yo no le fallaría en sus cálculos, que consistían en que yo respondiese con una sacudida de terror a cualquier voz de arriba. Sí, el régimen se apoyaba en mí, no lo puedo negar. Si hubiese sabido deshacerme del miedo, habría socavado los cimientos en los que se asentaba el trono o, por lo menos, los habría socavado en parte, en el soporte que mi miedo les prestaba, o, incluso, creaba, pero por entonces todavía no era capaz de hacerlo.

Ryszard Kapuscinski, El sha o la desmesura del poder.

Creep by The Pretenders

Y yo sin saberlo