31 de julio de 2009

Flotando en el azul


Para Marc, de nuevo


¡Qué curiosa sensación la de notar unas piernas bajo las tuyas a 50m de altura, mientras flotas en la inmensidad del cielo sobre la inmensidad del mar, y notar que te protegen aunque sepas perfectamente que si esa cuerda que te une a tierra se rompe te vas al carajo!

¡Qué maravillosa sensación esa de volar por dentro y por fuera!

30 de julio de 2009

Hijos de puta.

Para Marc, con amor matinal entre tostadas y cafés con leche.



A estas alturas ya todos sabemos que no es lo mismo un hijo de puta que un nacido de furcia. Aunque a veces ambos términos puedan recaer sobre el mismo tipo o tipa, el primero señala directamente al cabrón moral, al energúmeno sin escrúpulos, mientras que el segundo simplemente indica el oficio de la madre del susodicho y, aunque suele imprimir carácter, no tiene más peso calificativo que hijo de arquitecta o hijo de abogada.

El auténtico hijo de puta, o cabrón moral, es una especie que nunca ha estado ni estará en peligro de extinción mientras exista más de un ser humano en la tierra, puesto que se alimenta básicamente de los demás: de sus recursos emocionales y de sus recursos materiales.

Últimamente mi grupo favorito de esperpentos del guiñol, esos de sonrisa histriónica de los que hablaba en mi anterior post, está poniendo en bandeja varios ejemplares perfectos del tipo hijo de puta: el hijo de puta que se cree perteneciente a una élite con licencia para mangonear. Y es precisamente ese sentimiento de pertenencia a élite con licencia para mangonear lo que los convierte en hijos de puta o cabrones morales. Porque el robo y el hurto son muchas veces justificables y hasta el mangoneo en sí es fruto del perfil psicológico básico del ser humano, pero la creencia de que a uno le está permitido engrosar sus arcas personales a costa de las de los demás porque el resto pertenece a la clase perro o escoria es deleznable. Valga como ejemplo la ya antológica frase de Francisco Correa: “¿Qué hago yo aquí entre delincuentes?”

Pues na, que Francisco Camps, que se está ganando a pulso ser la estrella de este blog en detrimento del Papa, que últimamente está muy calladito, podría abrir un registro de hijos de puta al margen de la ley. Con sus amigos y conocidos tenía para unos cuantos folios.

21 de julio de 2009

Risotada atávica (o de chaquetas fantasía)


Hace un rato he leído en el blog de Cris F sobre la necesidad imperiosa que algunos tienen (tenemos) de sentirse comprometidos con algo. Le comentaba que quizás la necesidad de compromiso era uno de nuestros rasgos esenciales en tanto que especie sintiente (lo de especie pensante es sólo una mera verbalización y estructuración de lo anterior). Ya escribí aquí sobre el miedo atávico y otras emociones fuertemente ancladas en nuestro esqueleto psicológico. Miedo, compromiso, acecho, vigilancia, caza, odio, amor...y ahora añado el de la necesidad de burla, escarnio y risotada fácil. Al ser humano le encanta la burla. La burla es la base del 99% de los mejores chistes y de los mejores gags de las sitcoms. Dependiendo del tipo y grado de educación y pedantería uno puede llegar a burlarse más o menos de algo o alguien, pero cuando encuentra un objetivo a su medida no hay pudor que lo pueda frenar; las riendas van sueltas, pero que muy sueltas y el sarcasmo galopa a todo trapo.

Yo (y unos cuantos millones más) encontré mi objetivo hace tiempo en los esperpénticos personajes del PP. Me cuesta verlos como seres de carne y hueso, me parecen muñecos esquizofrénicos escapados de los spitting image o del guiñol. Sonrisas desencajadas, ojos estrábicos, narices permanentemente hinchadas, cuellos estirados, hombros rígidos, barbillas en tensión, pelos siempre estáticos a lo Richard Widmarck, etc.

La prensa me proporciona, día sí día no, suculentas fotos del ex jefe en pleno histrionismo descontrolado y las apariciones en televisión de Barberá arrollando en los pasillos de Valencia no tienen desperdicio, pero todavía estoy esperando una imagen que valdría su peso en diamantes: la de Camps embutido en su chaqueta fantasía. ¿Por qué nadie ha hecho hincapié en ese jugoso detalle? Se le acusa de haber recibido varios trajes y una chaqueta fantasía. ¡Por favor! ¡Queremos verla! ¡Queremos regocijarnos! ¿Es blanca de marinerito?, ¿con lentejuelas?, ¿de un rojo osado?, ¿bordada?

El verano es largo y las noticias tediosas, a ver si alguien se anima y tira de la madeja...Yo, si me ofrecen esa imagen, prometo tirarme del sofá.