Es cierto, el público de Barcelona es muy agradecido; pero lo de ayer fue reverencial, y es que el señor se lo merecía. Para los que no creemos en dioses esto es lo más parecido que se nos ocurre: alguien con una enorme capacidad de crear y conmover, emoción en estado puro. Hubo dos momentos de gran belleza: cuando el público –que se mantuvo en silencio a lo largo de todo el concierto- coreó "then we take Berlin", y cuando, cual atraído por un extraño mesías, se acercó al escenario para arropar a Mr. Cohen.
Hace tiempo que no utilizo este adjetivo: sublime.
22 de septiembre de 2009
Un elegante cuervo se inclinó ayer sobre Barcelona
16 de septiembre de 2009
No es lo mismo
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