Aquí debería ir un texto mío sobre lo atávico del miedo, pero siguiendo con mi lectura del libro sobre el sha de Kapuscinski, he encontrado este magnífico fragmento y como yo no lo hubiera hecho mejor, ahí va.
El miedo: un depredador cruel y voraz que vive dentro de nosotros. Nunca permite que lo olvidemos. Continuamente nos paraliza y nos tortura. No cesa de exigir alimento, siempre debemos saciar su hambre. Nosotros mismos nos cuidamos de que coma sólo de lo mejor. Sus platos favoritos se componen de chismes siniestros, de malas noticias, de pensamientos aterradores y de imágenes de pesadilla. De entre un millón de chismes, noticias y pensamientos siempre elegimos los peores, es decir, aquellos que más le gustan. Los más adecuados para saciarlo, para satisfacer al monstruo. Vemos aquí a un hombre que, con la cara pálida y gestos de inquietud, escucha lo que le cuenta otro. ¿Qué pasa? Que está alimentando su miedo. ¿Y si no tenemos alimento alguno? Febrilmente lo inventamos. ¿Y si no podemos inventarlo (cosa que ocurre en contadas ocasiones)? Corremos a buscarlo entre otros; preguntamos a la gente, escuchamos y coleccionamos noticias hasta que por fin, conseguimos saciar nuestro miedo.
Ryszard Kapuscinski, El sha o la desmesura del poder.
Ryszard Kapuscinski, El sha o la desmesura del poder.
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