31 de agosto de 2007

Curvando nuca






He aprendido a morderme los labios

He aprendido a besarme los brazos

He aprendido a curvar la nuca

He aprendido a acariciarme la mejilla

He aprendido a juntar las piernas

He aprendido a inhalar este aire seco

y a llenar con él mis pulmones

limpios de humo

He aprendido a sacar el aire muy despacio por la nariz

He aprendido que hay tiempos largos y tiempos inacabables

He aprendido los días de la semana

Y las horas del día

Y los minutos de las horas

He aprendido los 300 kms de curvas de una carretera

Y tus curvas y tus surcos y tus baches




(Pintura de Friedrich Hundertwasser, Der weg von dir zu mir zurück)

7 de agosto de 2007

De vacaciones


En vacaciones los campos se visten de colores. Grises y verdes y lilas y azules. Rebaños de ovejas interrumpen la siesta en la hamaca entre dos chopos. Idiotas ovejas movidas por ningún instinto, pues no parecen ni distinguir un rastrojo de otro, no parecen oler el agua, cobardes ovejas ante un perrucho flaco y poco ladrador.

Agua fría, agua helada, cayendo por una cascada entre serpientes sibilinas apostadas en las rocas. Y sapos, muchos sapos, y muchas cigarras y muchas golondrinas. Y un pastor. Y soledad, enorme soledad. Vacaciones de resacas a la sombra y niños enmudecidos buscando renacuajos. Vacaciones de prisas. Tiempo enlentecido. Tiempo doloroso. Entre restos de trigo seco y amarronado, entre olivos grises, entre encinas verdes. El dolor existe y está ahí, entre las sombras de las sabinas. Lleva mucho tiempo agazapado, esperando a que se haga de noche para salir y sorprendernos una vez más. Piedras rojas cuarteadas por el sol. La boca se abre intentando proferir un grito y sale un hilo de voz, sin fuerza, sin voz. Asesinada por el cielo. Dueles todo.