15 de mayo de 2007

El Orden Asesino 1


Pantes anthropoi tou eidenai oregontai fisei

Todos los hombres desean por naturaleza saber

Es sorprendente que se hayan escrito tantos comentarios al arranque de la Metafísica de Aristóteles y que estos siempre hayan hecho recaer el peso de la investigación en el sujeto y el complemento de la oración, despreciando el verbo de forma escandalosa. Parece como si tuviéramos que leer un binomio anthropoi-fisei, y que fisei fuera casi como un verbo copulativo que no añadiera significado alguno a la frase. Y sin embargo, a mí siempre me pareció el elemento más interesante, supongo que por que abría todavía más la pregunta que siempre me había hecho y que tiene que ver con la actividad teorética humana como tendencia a, como algo loable pero siempre irrealizable, inalcanzable.

Creo que muchos de los enquistamientos de nuestra cultura se han debido a ese empeño por hacer desaparecer el verbo “oregontai” de nuestro campo de vista. A esa orgullosa creencia en que el objeto de conocimiento, no sólo era alcanzable, sino además domesticable y maleable.

El título de este ensayo hace referencia a esa manía por alcanzar, domesticar y malear, a la manía por ordenar todo aquello que no comprendemos, y a hacerlo bajo unos parámetros que nos permitan sentirnos cómodos con nosotros mismos y en nuestro ámbito de acción.

Sostengo que esa manía ordenadora no es sólo nefasta sino peligrosa incluso para el que la practica, aunque defiendo también que dicha manía no es más que otra de las “tendencias” necesarias del ser humano, y que por tanto se trata de averiguar cómo llevarla a cabo de la mejor manera posible.

Cada vez que intentamos saltar en el vacío desde el sentir a lo sentido, desde el detalle al conjunto, desde el vislumbre hacia la comprensión, estamos trazando unas líneas que, aunque útiles son contingentes y caprichosas.

Se trata de huir de la línea recta, del camino que lleva de la A a la Z, del fin, del patrón, del orden.