4 de octubre de 2011

La velocidad del capital, o de cómo echar arena en los engranajes demasiado bien engrasados


Parece ser que finalmente, y tras la debacle económica de los últimos tiempos, la Comunidad Europea ha decidido implantar, con algunas modificaciones, la tasa Tobin. Hace años que numerosas organizaciones (pínchese Attac en la ventanilla de enlaces) vienen clamando la necesidad de poner cortapisas a las entidades financieras para evitar, en la medida de lo posible, su desmesurado enriquecimiento frente a la cada vez más estrepitosa pobreza del ciudadano de a pie.
Pero vayamos a los orígenes. Lo que James Tobin, economista estadounidense que acabó recibiendo el premio Nobel, propuso en 1971 fue una tasa que penalizara las operaciones financieras en operaciones que involucraran cambio de divisas. Así se pretendía reducir las ganancias obtenidas en transacciones especulativas, o como él tan gráficamente expresó: echar arena en los engranajes demasiado bien engrasados. Si pensamos en todas las barbaridades que han cometido la banca y las aseguradoras durante estos últimos años, se nos aparece la tasa Tobin como una auténtica panacea. Poniendo lastre a todas las operaciones rápidas de alto riesgo y controlando la velocidad a la que se mueve el capital, dejarían de aumentar los beneficios de unos pocos y de abocar a la miseria a la mayoría. La intención de Tobin no era, sin embargo, controlar los mercados sino repartir lo recaudado entre los más pobres, y él mismo se quejó de que su idea había tenido éxito en el bando equivocado.
A los liberales, como no, la sola idea de imponer otro impuesto, les produce urticaria. Atacan la tasa aduciendo que en muchos países ya se gravan las transacciones financieras, que la pobreza no es un problema de distribución sino de falta de producción, que su imposición generaría una maquinaria burocrática brutal, que obstaculizaría el libre comercio (que manía tienen con abusar de la palabra libre) y que los países cuya moneda está ligada al dólar tendrían que pagar dos veces la tasa.
No hace falta entrar a rebatir sus argumentos pues son los que les toca tener, los que han defendido siempre y los que nos han llevado a la catástrofe económica actual. Es de cajón que hay que controlar a las entidades financieras con todas las armas posibles.
Sí me parece interesante, sin embargo, hacer hincapié en un aspecto que la Comunidad Europea no está dispuesta a tratar: la abolición de los paraísos fiscales. Si no se acaba de una vez por todas con esa casilla de salve, siempre habrá alguien dispuesto a aceptar hacer en su territorio el chanchullo-operación financiera-robo a mano armada de turno.
Y además....
nacionalizar la banca....
controlar el fraude fiscal....
reformar el sistema de impuestos.....