1 de septiembre de 2007

De futbolistas caídos


De nuevo la muerte en combate de un héroe nacional cubre las portadas de los diarios patrios y no patrios. De nuevo el esperpento del dolor ajeno hecho propio se refleja en colores vivos y lágrimas desbordadas en las páginas principales. Parece que si no te estremeces de pena con ellos eres un hijo de puta, y sin embargo…a mi me da pena por la familia y los amigos, que de tan retratados, que de tan expuestos, es como si les hubiesen quitado parte del dolor. El dolor hecho frivolidad, hecho bandera, hecho negocio, se queda en nada. El dolor se comparte, pero no se prodiga.

Por otra parte tenemos el tema de la grandeza otorgada al deporte. ¿Por qué ocupa más la muerte de Puerta que la de Umbral?

Ahí van dos reflexiones sobre el tema:

“-Señor Brul –dijo Wolf subrayando las palabras-, escuche lo que voy a contestarle. Escúcheme con atención. Sus estudios no son más que una broma. Es lo más fácil del mundo. Desde hace generaciones y generaciones, se intenta hacer creer a la gente que un ingeniero o un sabio son hombres de élite. Pues bien, yo me río; y nadie se lleva a engaño –excepto los que pretenden formar parte de esa élite-: señor Brul, es más difícil aprender a boxear que aprender matemáticas. Si no, habría en las escuelas muchas más clases de boxeo que de aritmética. Es más difícil llegar a ser un buen nadador que escribir correctamente (…) Ahora ya sabe qué opino de sus estudios. De su chochez. De su propaganda. De sus libros. De sus aulas que apestan y de los tontos de la clase que se pasan el día masturbándose. De sus lavabos llenos de mierda y de los alborotadores solapados, de los alumnos de la Escuela Normal, verdosos y gafudos, de los del Politécnico, llenos de presunción, de los de la Central, almibarados de burguesía, de los médicos ladrones y de los jueces deshonestos…qué porquería…yo me quedo con un buen combate de boxeo…también está amañado, pero por lo menos es divertido.

-Es divertido sólo por contraste .dijo el señor Brul-. Si hubiera tantos boxeadores como estudiantes, al que llevarían en triunfo sería al vencedor de las oposiciones.

-Puede ser –dijo Wolf-, pero se ha preferido propagar la cultura intelectual. Tanto mejor para la cultura física…”

(Boris Vian, La hierba roja)



“Y en lo que se refiere a la relación sujeto-objeto, no hay dos cosas más diametralmente contrapuestas que la ciencia y el deporte. Cuanto más prevalece el interés del sujeto por sí mismo, por su propio logro, por su propio mérito, sobre el interés sobre el objeto, tanto más nos acercamos a la que es evidentemente la actitud más propia del deporte, que es el culto a la pura hazaña inmanente, sin objeto, o carente de otro objeto que no sea el reflejo de la hazaña sobre el sujeto mismo, como un trofeo –medalla en su pechera o copa en su anaquel-, como un autocumplimiento, en el que el grito “I dit it!” manifiesta y agota el contenido entero del motivo, sin que el “it”, el qué concreto en que pueda consistir el término del logro (la síntesis de la urea, la última marca de los cien metros lisos, el descubrimiento de las ondas hertzianas o la coronación del Everest) tenga otro valor ni relevancia que los de haber servido de instrumento para ese “I dit it!” o kikirikí autoafirmativo.”

(Rafael Sánchez Ferlosio, Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado)